miércoles, 24 de enero de 2018

Tumaco, laboratorio de paz y violencia



Los días siguen transcurriendo y la paz cada vez se vuelve un reto por seguir construyéndose. Todavía en las partes céntricas del país y en las capitales se siente un ambiente o imaginario de negación y poca credibilidad frente a lo que se lleva del proceso de paz, mientras que en las “periferias”, el campo y las zona rurales se respira un ambiente de tranquilidad y simpatía con el desarme simbólico realizado por la guerrilla de las Farc.
Aunque la situación no es la mejor posible y más en época electoral donde muchos “políticos” se la juegan toda por mantener su maquinaria o buscar las formas necesarias de subir y adquirir un poco de la mermelada burocrática del Estado, los problemas estructurales no paran. La corrupción galopa en todas las esferas, las megaconstrucciones siguen cayéndose y los caciques de las regiones avanzan en su senda de construir una cultura del dinero fácil y el poder a través de coimas a unos cuantos (prácticas mafiosas).
En este sentido, la situación de la “perla” del pacífico, ubicada al sur del Nariño, no es contraria a la realidad nacional. En Tumaco como lo había comentado en una columna se requiere la presencia del Estado en lo social, lo cultural y lo político; contrario a lo que actualmente viene sucediendo con la remilitarización del puerto y la intensificación de la presencia militar sin atacar las raíces estructurales que configuran las problemáticas de la región (el plan militar “Atlas” que se refleja con la presencia de 6.500 soldados más en el municipio)
La compleja realidad de Tumaco al ser reconocida como la cocina de violencia y disputa territorial entre la guerrilla, los paramilitares y las bandas criminales, la convierten en un laboratorio estratégico para intensificar la violencia a mediana y gran escala o por el contrario como una región ejemplo de construcción de paz desde abajo. Parte de esta situación responde al ser el municipio con más cultivos de coca del país, esto representa un ambiente estratégico para buscar acciones que puedan generar terror o criminalización de cualquier manera.
Un aspecto que determina la creación de laboratorios de violencia en esta zona tiene que ver con asuntos como el desempleo absoluto, al menos 100.000 jóvenes están en el diario vivir del rebusque, la debilidad institucional que contribuye a fomentar una cultura del dinero fácil y prácticas mafiosas al servicio de la corrupción, son eslabones de la ilegalidad en el puerto. Así pues, este lugar representa la oportunidad de avanzar en la senda de un posacuerdo si existiera voluntad política que permitiera impulsar “otra” forma de desarrollo, el empoderamiento de las comunidades y un diálogo horizontal entre las instituciones y los actores que conviven en el municipio.
Del mismo modo, esto facilitaría una mayor interacción de un territorio eminentemente ribereño, alrededor de las 300 veredas que configuran el plano territorial del puerto, una de las razones que posibilitan la acción estratégica del narcotráfico, las actividades de vendedores de microtráfico en los barrios, pero en especial la conexión de lancheros con capos encargados de realizar los cargamentos destinados para Centroamérica y México. Sencillamente, una actividad que rompe con las fronteras y fortalece la cultural de la violencia en todas sus dimensiones.
En estos momentos, el panorama en Colombia no es el mejor cuando tenemos al lado un momento electoral donde la paz se encuentra en juego por la posición radical, parcial o acomodada de los candidatos presidenciales y las bancadas al congreso, en particular cuando la concentración de la guerrilla de las Farc dejó  un vacío armado y de poder en la región, que no han podido solventar las instituciones, las fuerzas militares y las organizaciones sociales-civiles. Sumado a esto la fuerza territorial de las bandas criminales en los barrios, veredas y comunas están fomentando un ambiente de terror, es decir, la cultura de la violencia no cesa, mientras el gobierno persiste en apostar por un modelo de paz desde arriba (las élites políticas, culturales, económicas y sociales) dejando por fuera las comunidades provenientes de abajo.
Post-scriptum:
1) La Universidad del Tolima a través de la administración actual muestra su apoyo y/o simpatía con el partido conservador del departamento.
2) La burocratización del alma mater es continua, se han prestado para poner amigos de los amigos en puestos administrativos , pareciera ser que la promesa de una reforma universitaria se quedó en una crónica anunciada.
3) La “gata” del Tolima que es cabecera de lista por el Partido Liberal arremete contra un periodista e investigador social de alto prestigio, no le queda de otra alternativa al demostrar su incapacidad para debatir sobre su pasado politiquero y corrupto.

jueves, 18 de enero de 2018

50 años de las luchas del “indio” Manuel Quintín Lame III




Las secuelas de un conflicto armado de larga duración no pueden sanarse de la noche a la mañana, aun cuando la sociedad en su imaginario colectivo carece de la maduración necesaria por pensar un país en donde la construcción de la paz provenga y sea impulsada por las comunidades desde y para los territorios.
La guerra propia o la guerra ajena vivida por las comunidades indígenas no es indiferente a esta situación tan estructural como lo implica la violencia en sus múltiples connotaciones, pareciera ser que la lógica de las élites tanto de izquierda como de derecha promovieran un ambiente marcado por la negación y la eliminación del “otro”, siendo así que parte de esta lucha por reconocer la dignidad y el respeto al ser “indígena” fue una consigna constante promulgada por el “indio” Manuel Quintín Lame en su proyecto mesiánico y liberador de los pueblos indígenas en Colombia.
En efecto, la fuerza del pensamiento de Quintín Lame conllevó a la generación de militancias, colectivos y grupos dedicados a la defensa de la raza, la vida, la tierra y el territorio en función de continuar la noción de la causa indígena en todas sus dimensiones. Un resultado concreto fue la emergencia a la esfera pública del Movimiento Armado Quintín Lame (MAQL) que ha sido considerado como la primera guerrilla indígena en América Latina.
Los cincuenta años del trasegar político de Quintín Lame se pueden reconocer como un tiempo coyuntural que posibilitó la discusión de nuevos temas y debates frente a la concepción sobre qué tipo de democracia existen y se ha impuesto a lo largo de la historia por parte de los sectores hegemónicos de la sociedad colombiana. Así pues, la cuestión de la autonomía, la defensa y la resistencia paso a ser un tema polémico que desbordo todo tipo de imaginario político cada vez pareciera ser que los pueblos indígenas demostraban su postura por construir zonas o comunidades alejadas del conflicto armado o por el contrario la necesidad de buscar las herramientas necesarias para garantizar su seguridad frente a la ola de violencia política y armada proveniente de distintos actores (gamonalismo, hacendatarios, paramilitares y guerrillas) esta serie de prácticas constituyeron una praxis que se identificaron con las necesidades de ir más allá de la disputa por el poder político y dejar en claro la postura pedagógica de paz proveniente de las comunidades en sus territorios.
Tal como sucedió con el pequeño grupo de indígenas Paez (Nasa) que en la década de los ochenta y noventa empezaron la organización de un movimiento que hiciera peso a la violencia de los terratenientes en el Cauca, y lograran impulsar la recuperación de tierras en el Norte de este departamento. Un aspecto que generó la construcción de un imaginario basado en una “guerra propia” a través de la creación de autodefensas étnicas nada extraño en la compleja historia del conflicto armado colombiano. Véase: http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/informes/informes-2015-1/quin...
El departamento del Cauca se ha caracterizado por convivir en medio de la disputa por el poder y la acumulación de la tierra de forma prolongada, esto ha contribuido a la reproducción de enfrentamientos constante por parte de las guerrillas, los grupos paramilitares y los sectores tradicionales (terratenientes y latifundistas) orientados al dominio de los territorios. Por ello, la experiencia proveniente de la primera guerrilla indígena MAQL consistió en su naturaleza política de no buscar el poder sino garantizar la defensa de la vida, la tierra y el respeto a otros sectores sociales.
En últimas, el impacto estratégico generado por el MAQL tuvo una amplia conexión con la cosmovisión indígena procedente del Norte del Cauca, un elemento de empoderamiento social y político guiado por la recuperación de la identidad, la autonomía y la cultura de los Paeces que sumaron simpatizantes de otros grupos étnicos en la región, un gran antecedente que demuestra la vigencia del pensamiento descolonial, insurrector y crítico del “indio” Manuel Quintín Lame que por más de 50 años se mantiene y asume cada vez mayor aceptación para distintos grupos, colectivos y actores que consideran necesario y posible una sociedad en paz, democráticamente justa y humanamente posible al servicio de los más necesitados de la tierra de Macondo.
http://josecaperafigueroa.blogspot.mx/

martes, 2 de enero de 2018

El giro decolonial en el estudio de las vibraciones políticas del movimiento indígena en América Latina

Texto completo en Revista Otros Logos (ver)


Eduardo Andrés Sandoval Forero y José Javier Capera Figueroa

Resumen




El giro decolonial ha sido considerado ruptura, insurrección, y apertura epistémica en el campo de la investigación social, en las últimas décadas del siglo XX. La fuerte discusión, crítica y distancia que se generaron al interior de las ciencias sociales con respecto a su condición eurocéntrica de investigar los fenómenos sociales, fue uno de los argumentos centrales, que desarrollaron pensadores, comunidades, pueblos, líderes e investigadores sociales comprometidos con “otra” realidad política y social en cada uno de los territorios de Nuestra América. Así pues, la finalidad del presente artículo producto de una investigación en curso, consiste en exponer los principales referentes, marcos y perspectivas teóricas encargadas de estudiar el movimiento indígena desde la sociología política latinoamericana

1 Este artículo de coautoría, forma parte del tema de investigación de tesis del alumno José Javier Capera Figueroa, bajo ladirección del Dr. Eduardo Andrés Sandoval Forero para optar por el título de la Maestría en Sociología Política del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora de la Generación XVI (2016-2018), inscrita en el Programa Nacional de Posgrados de Calidad del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología del CONACYT (México). Doctor en Sociología, Maestro en Estudios Latinoamericanos, y Antropólogo Social. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México nivel II desde 1995. Profesor invitado de universidades de: Estados Unidos, América del Sur, España e Italia. Fundador y Coordinador Académico de la Maestría y el Doctorado en Educación para la Paz y la Convivencia Escolar. Investigador-Profesor del CIEAP, Universidad Autónoma del Estado de México, Correo: forerosandoval@gmail.com  Politólogo de la Universidad del Tolima. Analista político y columnista del periódico el Nuevo Día yRebelión.org. Maestrante del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora (México). Correo: caperafigueroa@gmail.com - http://josecaperafigueroa.blogspot.mx/